miércoles, 3 de diciembre de 2008

Vete a casa, Celestino

Le toca el turno a Corbacho, y es que esto de la crisis es un sinvivir, oiga. Señora. Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo. Y futurólogo agorero, por lo que se ve. En titulares de hoy, este individuo se queda solo diciéndonos que "será difícil ver a gente trabajando" hasta marzo. Joder. Cómo se te queda el cuerpo. Currante. Parao. Currante que serás parao. Parao que quieres currar. La hipoteca a puntito de explotar. El banco agazapado, afilando sus sangrientas garras para saltar sobre tu yugular, tu casa, tu nómina y tu carné de socio Carreful diez por ciento de descuento. Bueno, y sobre las de tus jubilados padres, jubilados suegros y todo hijo de vecina que figure de avalista, junto a tu nombre y deneí. En éstas, aparece ese hombre. Corbacho. Abre la cartera ministerial... ¡Y plas! Nos saca unas declaraciones capaces de dejar el Sahara hecho una nevera no frost. Que no me corre sangre por las venas, que son cubitos. Unas cuantas pijadas más para adornar oratoria, cierra la cartera... Y se va.

Mire usted, señor Ministro. De Trabajo. Se lo pido por favor. Quédese en su casa. O en su despacho de señor Ministro. De Trabajo. O en su coche ministerial, también de Trabajo. O en su inodoro, sea de trabajar o de cagar, que más o menos, hace usted ambas cosas igual, el trabajar y el cagar. O, al menos, con los mismos resultados. Porque, se lo juro, para salir ahí a los medios y decirnos a todos que nos jodemos hasta marzo, mejor se calla. O se cambia usted de cartera, y se pone a mandar en el más coherente Ministerio del Paro y del Cásquesela con Dos Piedras. Porque lo que usted nos está diciendo, señor Corbacho, es eso. Que su Ministerio es absolutamente inútil. Su trabajo al frente del asunto, lo mismo. Y es que, recuerde usted, señor Ministro, que el artículo 35 de la Constitución Española dice que "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo". Ya ve. Tres líneas constitucionales mal contadas. Pues ni una, oiga. Ni una sola de las palabras del articulado son usted y sus adláteres carteriles capaces de garantizarnos a los españoles, esos españoles que tenemos el deber de trabajar y el derecho al trabajo.

Pero no seamos tan duros y analicemos un poco más profundamente. Poco, que si abusamos luego nos duele la cabeza y dejamos de ser productivos. Y nos tiran del curro. El deber de trabajar y el derecho al trabajo, no está realmente en sus manos ni en su chulicartera el administrarlos. No. El trabajo, el poder de darlo y arrebatarlo, está en manos de unos pocos, unos pocos señores llamados "empresarios", "accionistas", "banqueros", "ejecutivos con MBA" y algún otro hijo de puta de la misma o peor ralea que me dejo en el teclado por no abundar. Ésos son los que cortan el bacalao del curro. Ésos son los que dicen tú trabajas, tú a la cola del INEM, tú a tomar por culo y tú sin papeles. Las reglas de estos poderosos desalmados no son las del articulado de la Constitución. Son las del "libre mercado". Uy, otra vez. El "libre mercado" en el que ni usted ni sus compinches quieren intervenir, regular, controlar ni, por favor, molestar su natural funcionamiento. Si es que puede considerarse "natural" que, existiendo grandes necesidades humanas en este mundo, tres millones de personas se vean obligadas a quedarse de brazos cruzados sin hacer nada por solucionarlas. Porque el esfuerzo de esos tres millones no se requiere para mejorar las condiciones de vida de la Humanidad. No, el esfuerzo de los trabajadores es requerido, a discreción de empresarios, accionistas, banqueros, ejecutivos y escorias similares para producir be-ne-fi-cio privado para sus sociedades privadas. Y, cuando ese esfuerzo no les resulta necesario (o estratégicamente conveniente para desbloquear la actual situación económica mejorando el cash-flow y dinamizando la cuenta del haber, que dirían esos mismos lechuguinos), cuando el esfuerzo de los trabajadores les sobra, pues quedan en España tres millones de personas con su artículo 35 de la Constitución en suspenso. En la puta calle. O sea.

Así que, señor don Celestino Corbacho. Sea usted coherente. Siendo que el devenir del "libre mercado" le ha arrebatado a su Ministerio la capacidad de intervenir en lo más mínimo sobre el Trabajo de los ciudadanos súbditos de este país que es España, ¿para qué sirve usted? Dimita, hombre. Porque si no lo hace, lo único que le queda es lo de hoy, salir en la tele y en los papeles para decir lo que aquí el que suscribe acaba de escupirle a la cara: No puede usted hacer nada. Porque declarar públicamente un Ministro de Trabajo que "Será difícil ver gente trabajando" hasta marzo, señor Corbacho, es otra manera de decir: "No puedo hacer nada". Porque aquí, en Leshoto y en Papúa - Nueva Guinea sólo se verá gente trabajando cuando a los cuatro hijos de perra que tienen el "libre mercado" bien agarrado por el mango les salga del páncreas ver gente trabajando.

Señor Ministro, lo tiene usted bien fácil. Sólo hay dos opciones para usted. Una, trinca el mango del "libre mercado" y se aplica seriamente a intervenir empresas en las que se destruye empleo a diario en aras del estéril beneficio empresarial. O dos: Después de decirnos a todos que "Será difícil ver gente trabajando" hasta marzo, o su equivalente "No puedo hacer una mierda por sus trabajos, jódanse" hasta marzo... Pues deja usted su cartera de Ministro sobre su mesa de Ministro, le dimite al Petazeta, se pilla el bus lleno de trabajadores sin trabajo y se va a su casa. Seguro que allí resulta más útil, señor Ministro.

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