domingo, 21 de junio de 2009

La voz... ¿de la experiencia?

¿Se han dado cuenta ustedes (ustedes cuatro que me leen, digo) de la cantidad de gente lista que hay por el mundo? Es apabullante el ejército de sabios que nos aconseja todos los días. Pero todos, ¿eh? Sin faltar uno. Y la de cosas de las que saben, ya es para morirse. De todo, oiga. DE-TO-DO. A ver, ¿qué es lo que le inquieta a usted? ¿Sus dientes? Hay expertos en odontología, normalmente nueve de cada diez piensan lo mismo. ¿Le preocupa la limpieza de sus suelos, no sea que el niño “coja cualquier cosa”? Tiene usted expertos en productos detergentes y en gérmenes de los que construyen sus minicasitas de germen en los bancos de nuestras cocinas. ¿Le inquieta su vida interior, más concretamente su ajetreo intestinal? Escuche a los expertos en bifidus (activos, pasivos y agresivos), que no trabajan para otras marcas. Que se jodan, las otras marcas, y de paso todos los que no pueden permitirse comprar la marca buena, la suya, la cara. ¿Le aterra, en fin, la crisis económica mundial? No se mee encima todavía, que si precisamente los hay por legiones, son expertos en Economía.

Éstos, los expertos en Economía, son los mejores de todos: Brokers, asesores finencieros, gerentes de compañías “de negocios”, directivos de banco, caja de ahorro o monte de piedad, secretarios generales del Ministerio de Economía, directores y ex – directores de Reservas Federales, presidentes de bancos centrales europeos, premios nobeles de Economía, tertulianos de la tele, la radio, los periódicos y los tebeos, analistas de bolsa de Wall Street y de Mercadona… En fin, para qué extenderse más, ¿verdad? Expertos en Economía hay muchísimos. Y saben, también, muchísimo. Han demostrado su vasto conocimiento advirtiéndonos desde hace años de la enorme mierda económica que se nos venía encima, ¿a que sí? Y actualmente siguen chuleándonos con su dominio de lo económico, recetándonos medidas para paliar la crisis e incluso su fecha final y todo. Descubriendo indicios de recuperación, “brotes verdes” que les hacen ver la luz al final del túnel. Qué passsada, y yo debiendo ya dos recibos de hipoteca. Joder, ya podrían haber salido los podridos brotes hace tres meses. ¿Qué más les daba a estos expertos adelantar la nueva primavera capitalista?

Pero de entre todas las subespecies de expertos que hay, vamos a destacar una en particular. Centrémonos en esos “expertos” cuyo nombre y apellidos quedan ocultos tras su opinión. Fijémonos en esos “expertos” a los que se cita a las bravas, simplemente como “los expertos”. Enciendan un día la tele (tranquilos, que puede también apagarse) y escuchen cualquier anuncio, cualquier programa rosabasura, cualquier reportaje, y en especial cualquier noticiero. Todos están llenos de “según la opinión de los expertos”, de “los últimos estudios realizados”, de “consultas a los entendidos en la materia”… Oiga, y si tenía usted alguna duda al respecto, la intervención de esos maestros-de-todo la despeja al instante. Sin mayor justificación, sin calentamientos de cabeza, sin análisis crítico. Y usted se queda ya como más tranquilo, como más diciendo: “Ah, pues será eso, claro. Como yo no sé una mierda, tendrán razón los expertos”.

Se acabó la duda. Se despeja la incógnita, los gatos ya no tienen tres pies y los burros no vuelan. ¿Para qué darle más vueltas, si lo han dicho “los expertos”? No piensen ustedes más, no me sean cabestros. Descansen recreándose en la opinión de la tele sobre cualquier cosa, que siempre va refrendada por “la opinión de los expertos”. No se cuestionen nada, no intenten preguntarse nada, no busquen ninguna información, no contrasten ni investiguen por su cuenta. ¡Si ya lo han hecho “los expertos” por usted! ¿No se lo están diciendo? ¡¡¡Que los de la tele ya han hablado con los EX – PER - TOOOS!!!

Por cierto, ¿conocen ustedes a alguno de esos “expertos”? ¿Alguien de entre ustedes fue a la escuela, o se casó, o se tiró de los pelos, o le rayó el coche o se fue de cervecitas con un “experto”? Da igual en qué, ¿vale? Expertos en caries, caspa, grasa o vello corporal, digestiones lentas, hipotecas, armas de destrucción masiva o terrorismo internacional, crisis económicas, EREs, eyaculación precoz, globalización o piedras de mechero. En serio, expertos en lo que sea. ¿Conocen a alguno? ¿Le han visto, aunque sea en foto borrosa? No sé ustedes, pero aquí el que suscribe jamás se ha encontrado con ninguno…

Leer más...

domingo, 14 de junio de 2009

Esto se cura leyendo

Crisis, hipoteca, desempleo, paquete de medidas, geocho, globalización, buguerkrin... ¿De dónde han salido todas estas cosillas que nos están alegrando tanto la vida últimamente? Hosti tú, mira por dónde nos sale éste ahora. Pues vaya usted a saber, será porque el mundo es así, ¿no? ¡Pues no! Todo tiene un origen y una evolución sin los que sería inexplicable un resultado final. O, dicho de otro modo, quién coño iba a entender cómo puede existir el Paquirrín (siendo así como es él, tan así) sin saber que es hijo de la Pantoja. Pues eso. Quién iba a entender cómo los capitalistas nos han metido en este desparrame de crisis sin saber cómo y de dónde surgió el Capitalismo.

Y eso es, precisamente, lo que nos explica Antonio Baños Boncompain en su magistral libelo La Economía no existe. Él le llama libelo, para aquí el que suscribe se trata de un librazo como la copa de un pino centenario. Tomen nota: lectura amena, capítulos cortos, ideas sintéticas, humor negro, ácido, mordaz y del otro, ejemplos sencillitos y hasta protagonizados por actores famosos, palabras llanas y poca terminología especializada... ¡Por fin un libro de economía escrito en castellano! Porque, hasta ahora, los tochos económicos podrían haber sido redactados en román paladino, en chino cantonés, en hebreo, en sánscrito o en arameo, que no había hijo de vecina que entendiese una mierda. Con La Economía no existe, se acabó no entender de Economía. Vas, te lo lees, te ríes, la entiendes y de paso pillas la cantidad de pamplinas con las que nos vienen todos los días los analistas económicos, los banqueros endiosados, los tertulianos abonados, los politiquillos de turno y, sobre todo, los "expertos". Ésos que saben tanto de todo y que, vaya usted a saber por qué oculto arcano, nadie sabe nunca quiénes son.

¿Existirán, los "expertos"? Un dilema al que ya no hace ni puñetera falta contestar. Para eso tenemos ahora La Economía no existe. Para poder mandar al carajo a los "expertos" y a sus eternas verdades. Después de leernos el libro, comprenderemos que esos "expertos" no pasan de ser curas de pueblo de los de hace tres siglos, lectores de bola de cristal, tarotistas de baraja Heraclio Fournier o sacerdotes amazónicos. Y también entenderemos que sus "eternas verdades" económicas pertenecen a la misma categoría científica que la danza de la lluvia, la sagrada comunión, el tótem de pino canadiense o las últimas declaraciones de Rouco Varela. Puras supersticiones, oscuras leyendas, secretos rituales y otras vainas todas paridas para acojonar y dominar al populacho. Es decir, para acojonarnos y dominarnos a todos nosotros.

Así que lean, lean La Economía no existe. Ríanse, disfruten y aprendan. Y luego, cuando se lo acaben, no crean que se termina la fiesta. No tienen más que ponerse a ver un canal financiero, un análisis de bolsa o una sección de economía de cualquier periódico... ¡Y verán que jartón de reírse! Ni el Chiquito de la Calzada viniendo en su caballo de Bonanza conseguirá que se descojonen ustedes tanto como el Financial Times o el Cinco Días.

Leer más...