...Y un camión de arena para enterrarnos en nuestra fosa. Porque, a estas alturas de crisis, de una crisis que ningún experto parece saber de dónde vino, de una crisis que ningún marisabidillo encorbatado con máster MBA superchulo parece saber muy bien cuándo y cómo acabará... A estas alturas de crisis algo, por lo menos, ya vamos sabiendo. Y es, precisamiente, quiénes somos "nosotros" y quiénes son "ellos" enmedio de todo este desbarajuste. Nosotros somos los trabajadores asalariados, los parados, los autónomos, las pequeñas empresas y algunas de las medianas. Nosotros somos los que estamos sufriendo y pagando la crisis. Ellos son los bancos y las grandes multinacionales especulativas, los que manejan el dinero, el capital. Con toda esa guita que controlan, no crean empleo y riqueza para "todos". No, manejan la pasta para crear exclusivamente su propio beneficio. Avariciosamente, caiga quien caiga. Nosotros, y ellos.
En éstas andamos, aclarándonos con los pronombres personales del caos económico, cuando va y sale el sicario namber guan de Solbes, nuestro Zombi - Verdugo Ministerial de Economía. Sale un tal David Vegara en el diario haciendo unas declaraciones que no tienen desperdicio. Dejando muy clarito dónde se siente él más a gusto, si entre "nosotros" o entre "ellos". Pasen y vean...
Empieza el acólito de Solbes diciéndonos que el gobierno no puede obligar a los bancos (a ellos) a concedernos créditos a nosotros por decreto ley. Ah, ¿no puede? Pues su gobierno sí ha podido dejarnos a nosotros con el culo al aire ante el despido libre de trabajadores, la indefensión de los autónomos y la falta casi absoluta de ayudas económicas a la pequeña empresa. Y todo por decreto ley. A ellos no les meten decretazos, pero a nosotros sí.
Sigue don David diciéndonos que "confía" en que la situación se reconduzca a niveles normales. Y eso nos lo dice todo un Secretario de Estado de Economía. Que "confía", dice el tío. ¿Pero qué es usted, señor Vegara? ¿Un Secretario de Estado que puede y debe tomar medidas para detener este despropósito, o un ignorante chamán del Paleolítico ofreciendo sacrificios humanos sobre una piedra para que la cosecha del año sea buena?
No se vayan todavía, que aún hay más. El señor Secretario continúa rajando que, hasta ahora, ¡no se ha observado un descenso del crédito! Quizá se refiera a que ese descenso no se ha observado en el cuarto anillo de Saturno. Porque lo que es aquí, en la Tierra, ese descenso del crédito lo hemos sufrido todos y cada uno de nosotros. Cantidad de créditos para coches rechazados, cantidad de solicitudes de hipoteca pateadas, cantidad de líneas de crédito y débito de pequeñas empresas eliminadas de un plumazo... Ellos nos han cortado el crédito, a machetazos. Y nosotros, a estas alturas ya no tenemos ni cómo pagar el sitio para caernos muertos. Menos mal que, a renglón seguido, el infame sicario ha admitido que "hay empresas y familias que tienen más dificultades para acceder al crédito". Así, como si fuesen cuatro y él los conociera. Oiga, que parados hay tres millones largos, sin crédito. Que la concesión de hipotecas ha descendido en un noventa por ciento. Que, si cualquier pequeña empresa acude a su banco o caja a preguntar por eso de los créditos ICO del espléndido Plan E del Petazeta, lo más que consigue son unas cuantas carcajadas sin intereses. Y vuelva usted mañana.
Para rematar la faena, no se le ocurre nada mejor que hablarnos del final de la crisis. Y dice que para fin de año, "veremos la luz al final del túnel". Efectivamente, eso es lo que veremos la mayoría de nosotros. La luz al final del túnel es lo que se ve cuando la palmas, ¿verdad, David? Ellos, lo que verán será aumentar como todos los años sus cuentas de beneficios. Este año, en plena crisis, el Santander pilla ocho mil ochocientos millones de euros. El BBVA, cinco mil y pico. Nosotros pillamos la cochina calle, la cola del paro y la ejecución de la hipoteca. Gracias por los ánimos, Vegara, chavalote. Todo un amigo. A modo de puntilla, nos recuerda lo que han subido los niveles de incertidumbre económica últimamente. Claro, la incertidumbre que ellos han creado haciendo lo que les ha salido de los huevos, la incertidumbre que ustedes han permitido no controlando una mierda de lo que ellos hacían, y la incertidumbre que nosotros, sólo nosotros, sufrimos con el paro galopando desbocado y la hipoteca que se nos come hasta la chapa oxidada de la nevera.
Así que, señor Vegara, insisto. Sus declaraciones no tienen desperdicio. Bueno, sí, un poco sí que tienen. El único desperdicio que tiene su discursito es, precisamente, usted, señor Vegara.
En éstas andamos, aclarándonos con los pronombres personales del caos económico, cuando va y sale el sicario namber guan de Solbes, nuestro Zombi - Verdugo Ministerial de Economía. Sale un tal David Vegara en el diario haciendo unas declaraciones que no tienen desperdicio. Dejando muy clarito dónde se siente él más a gusto, si entre "nosotros" o entre "ellos". Pasen y vean...
Empieza el acólito de Solbes diciéndonos que el gobierno no puede obligar a los bancos (a ellos) a concedernos créditos a nosotros por decreto ley. Ah, ¿no puede? Pues su gobierno sí ha podido dejarnos a nosotros con el culo al aire ante el despido libre de trabajadores, la indefensión de los autónomos y la falta casi absoluta de ayudas económicas a la pequeña empresa. Y todo por decreto ley. A ellos no les meten decretazos, pero a nosotros sí.
Sigue don David diciéndonos que "confía" en que la situación se reconduzca a niveles normales. Y eso nos lo dice todo un Secretario de Estado de Economía. Que "confía", dice el tío. ¿Pero qué es usted, señor Vegara? ¿Un Secretario de Estado que puede y debe tomar medidas para detener este despropósito, o un ignorante chamán del Paleolítico ofreciendo sacrificios humanos sobre una piedra para que la cosecha del año sea buena?
No se vayan todavía, que aún hay más. El señor Secretario continúa rajando que, hasta ahora, ¡no se ha observado un descenso del crédito! Quizá se refiera a que ese descenso no se ha observado en el cuarto anillo de Saturno. Porque lo que es aquí, en la Tierra, ese descenso del crédito lo hemos sufrido todos y cada uno de nosotros. Cantidad de créditos para coches rechazados, cantidad de solicitudes de hipoteca pateadas, cantidad de líneas de crédito y débito de pequeñas empresas eliminadas de un plumazo... Ellos nos han cortado el crédito, a machetazos. Y nosotros, a estas alturas ya no tenemos ni cómo pagar el sitio para caernos muertos. Menos mal que, a renglón seguido, el infame sicario ha admitido que "hay empresas y familias que tienen más dificultades para acceder al crédito". Así, como si fuesen cuatro y él los conociera. Oiga, que parados hay tres millones largos, sin crédito. Que la concesión de hipotecas ha descendido en un noventa por ciento. Que, si cualquier pequeña empresa acude a su banco o caja a preguntar por eso de los créditos ICO del espléndido Plan E del Petazeta, lo más que consigue son unas cuantas carcajadas sin intereses. Y vuelva usted mañana.
Para rematar la faena, no se le ocurre nada mejor que hablarnos del final de la crisis. Y dice que para fin de año, "veremos la luz al final del túnel". Efectivamente, eso es lo que veremos la mayoría de nosotros. La luz al final del túnel es lo que se ve cuando la palmas, ¿verdad, David? Ellos, lo que verán será aumentar como todos los años sus cuentas de beneficios. Este año, en plena crisis, el Santander pilla ocho mil ochocientos millones de euros. El BBVA, cinco mil y pico. Nosotros pillamos la cochina calle, la cola del paro y la ejecución de la hipoteca. Gracias por los ánimos, Vegara, chavalote. Todo un amigo. A modo de puntilla, nos recuerda lo que han subido los niveles de incertidumbre económica últimamente. Claro, la incertidumbre que ellos han creado haciendo lo que les ha salido de los huevos, la incertidumbre que ustedes han permitido no controlando una mierda de lo que ellos hacían, y la incertidumbre que nosotros, sólo nosotros, sufrimos con el paro galopando desbocado y la hipoteca que se nos come hasta la chapa oxidada de la nevera.
Así que, señor Vegara, insisto. Sus declaraciones no tienen desperdicio. Bueno, sí, un poco sí que tienen. El único desperdicio que tiene su discursito es, precisamente, usted, señor Vegara.