martes, 16 de diciembre de 2008

Tontos de los cojones

Literalmente. Para qué cambiar ni una letra de sitio. Y es que hay veces en las que el iluminado de turno te regala hasta el título del artículo. Y, si son, como es el caso, atrevidos en su burrera, te ponen en las manos el poste, la leña y el mechero para encender su propia hoguera. Vamos con el titular. Con la Frase, mayúscula y todo. Pedro Castro se pregunta: ¿Por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha? Y, desde el primero de Diciembre, día en que a este individuo le dio por reflexionar en voz alta, resulta que nadie le ha contestado. Muchos han sido los que se han rasgado las vestiduras, se han mesado los cabellos, han exigido su dimisión, sus disculpas, su fusilamiento y hasta su bono de alquiler del videoclub. Pero miren, de explicarle al atormentado alcalde por qué hay aún tanto tonto de los cojones que sigue votando a la derecha, de eso nada. Pues vamos a satisfacer su anhelo de saber. Que el saber no ocupa lugar, ya saben. Y últimamente, aún ocupa menos. Casi nada. Sólo hay sitio para el fumbo.

Se deduce de la afirmación del señor Castro que, para él, en este país hay organizaciones políticas de izquierda y de derecha. Limitemos un poco el espectro de partidos, plataformas, juntas, asociaciones y peñas que pueblan nuestro abanico de opciones electorales, por no complicar la cosa. Por eso y porque, para el también limitado contenido del cráneo del señor Castro, en España la izquierda es el Pesoe y la derecha el Pepé. Vale, vale. Aceptamos barco como animal acuático. Sirva de hipótesis.

Ahora bien, de la reflexión -o irreflexión- verbal del alcalde de Getafe se extraen, necesariamente, más hipótesis que le han llevado a tal pregunta - afirmación - cagada blanda. Una de ellas es que hay dos formas de hacer política. Dos formas enfrentadas. La de izquierdas y la de derechas. También hay, y cito "tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha". Es decir, que votan contra sus propios intereses. Porque son tontos de los cojones. Y además hay muchos, siguiendo lo que expresa el adjetivo "tanto".

Bueno, de lo que hay mucho en este país es de trabajadores. En activo y en el paro. Los parados ganando terreno a los activos. Pero en resumen, que de lo que más tenemos es de la especie currante. Luego hay un buen capazo de jubilados con pensiones mínimas. Pero mínimas, lo que se dice mínimas. Vamos, una mierda de pensiones tras una dura vida de curro, o un duro curro de vida. Pues eso es lo que les toca. Un duro (o dos) de pensión. También tenemos por ahí a los estudiantes, en su gran mayoría hijos de familias de trabajadores (por necesidad estadística) que no pueden permitirse educación privada de pago y a los que les tocaría abandonar su formación si mami y/o papi se quedan en fila india a las puertas de la Oficina de (des)Empleo más cercana. Estos tres grupos sociales son lo que más abunda por aquí. Abundan más que el perejil en un mercadillo, o que la usura en una hipoteca.

Se desprende, de las declaraciones del ínclito Presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, que muchos de los de arriba, currantes - paraos, jubilautas y educandos, votan a la derecha (al Pepé) porque son "tantos", muchos. Se entiende también que, al ser tontos de los cojones, lo son porque votan contra sus propios intereses. Veamos algunos de los intereses de esta gente tonta de los cojones.

A los trabajadores les interesa tener un puesto de trabajo estable y bien remunerado. Obvio. Pues el Pesoe (la izquierda para Castro) fue el partido político pionero en el asalto a los derechos de los curritos. Fueron ellos, capitaneados por Dios, uy ésteee, Felipe González, quienes se cargaron a base de decreto el trabajo fijo para sustituirlo por decenas de tipos de contrato basura que sirven para "flexibilizar el mercado laboral". Es decir, tirarte a la puta calle cuando a la empresa le salga de los cojones empresariales, y por dos chavos mal contaos. Además, malparieron en junio de 1994 las aciagas ETTs. Pero los amigachos del Pepé (la derecha para Castro) no se les quedan a la zaga, continuando golpe a golpe, ley a ley, la "necesaria" flexibilización con más facilidades para el despido barato, el desmantelamiento de empresas y la patente de corso para las Temporales con, por ejemplo, el alumbramiento del monstruoso Convenio Colectivo para las Etetés o de la ley 29/99 en la que, poco más o menos, se les decía: Hagan ustedes lo que quieran con los trabajadores precarios que enganchen. Barra libre.

La situación de los sufridos jubilados es vox populi e invariable desde hace lustros. Voten a quien voten (izquierda, derecha, Pepé o Pesoe) siempre consiguen lo mismo: Bocata y viaje de autobús gratis al mitin que les caiga cerca cuando toca elecciones. Para los siguientes cuatro años de legislatura, unos eurillos más de vergüenza en sus pensiones, por debajo de la subida anual del IPC real, muy por debajo de sus mínimas y dignas necesidades e infinitamente por debajo de los aumentos de sueldo que los políticos (tanto de derecha como de izquierda) se aplican a sus ya abultados salarios.

Los estudiantes, pues... Qué contar de la LOGSE que ustedes no sepan ya. Como por ejemplo el descarado desvío de fondos públicos hacia los centros de educación privados. Privados, caros y excluyentes. Elitistas. Centros de educación que no puede permitirse una familia de gente trabajadora. Que resulta que son, también, la mayoría de tontos de los cojones que todavía vota a la derecha. Fondos que, al quedarse en manos privadas, ya no recaen en el Sistema Público de Educación, y que reducen en proporción directa la calidad de la Pública contra la Privada. Pues la LOGSE nos la enchufaron los del Pesoe en 1990. Los del Pepé, no contentos con la destroza, se sacaron del bigote de Aznar la Ley Orgánica de la Calidad de la Educación (LOCE), allá por 2002. Es decir, más de lo mismo y la misma mierda pinchada en otro palo. Y ahora, de nuevo, los del Pesoe se marcan la LOE (simplemente Ley Orgánica de la Educación, para qué gastarse con detalles), que es, otra vez, financiar educación privada y discriminatoria con fondos públicos. Con dinero de todos. De todos los tontos de los cojones que todavía votan a la derecha.

Así que, contestando al señor Castro y despejando su atribulada duda, ¿por qué hay tanto tonto de los cojones que todavía vota a la derecha? Pues porque resulta que aquí no hay izquierda y derecha. No, señor Castro. Aquí hay derecha y derecha. La derecha del Pepé, y la otra. Su derecha, la del Pesoe. Así que, si resulta que va uno de los tantos súbditos que pueblan este país y quiere ejercer su derecho al voto, no tiene más cojones que transformarse en un tonto de los cojones. Cojones. Y es que aquí no hay cojones de votar a la izquierda. ¿Por qué? Pues porque no hay izquierda. Señor Castro. Cojones.

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jueves, 11 de diciembre de 2008

Conspiración

Pues no sé ustedes, pero aquí el que suscribe no tiene ni idea de cómo serán. Esos salones, tapizados con pieles de animales en peligro de extinción. Esos despachos, forrados de madera noble en formato mueble caro. Esas salas de juntas, con vistas espléndidas al mundo entero. Esas oficinas, situadas en última planta de rascacielos con diseño de arquitecto prestigioso y decoración de interiorista exclusivo. Ni idea, ya les digo, porque jamás he pisado lugares así. Pero si les da a ustedes, como a mí, por atar alguno de los cabos con los que la jodida crisis nos fustiga el lomo, quizá se los imaginen. Y quizá vean en sitios como ésos a unos cuantos hijos de la gran puta montándoselo para sacar más tajada de la que normalmente ya apandan. Que es mucha. Y, entre humo de puros y copas de brandy, los tíos sentando las bases de la plaga que vendría. La que ya está aquí. Enviando trabajadores al paro, a la ruina y a la calle. Conspirando, mientras disfrutan de tanto lujo asiático, para ajustar la llave y dar otra vuelta de tuerca. Que esto ya está maduro. Hala, vamos a segar. Conspiremos.

Cui prodest scelus, is fecit. Toma castaña. Lucio Anneo Séneca. Esto del Google es la hostia, menos mal que aún no han chapao la paraeta ni se han montado un ERE subiéndose a la ola de lo que ahora mola. En román paladino, el latinajo dice que a quien aprovecha el crimen, ése es su autor. Y a quién aprovecha todo este desmierde de cierres, despidos, miserias y rebajas adelantadas. Ustedes me dirán. Tanta locura, tanto drama, tanta desgracia sobrevenida, tanta depresión post paro, tanta hipoteca ejecutada... ¿Realmente hay alguien, o álguienes, a quienes esto les sirve? Pues sí. Manda huevos. Ésta es de Trillo, no de Séneca. Pero sí, eso, que sí. Que les aprovecha. Y que manda huevos, reitero.

En este país, la crisis, además de llevar nombre y apellidos, se adorna con mote. Los primeros ya los conocemos: Escasa liquidez, bajada de ventas, paro y vuelta a empezar. Pero el apelativo cariñoso con que aquí llamamos a la crisis es sólo nuestro: Edificación. O Sector Inmobiliario, o Construcción, o como mierda quieran llamar ustedes a ese negocio borracho con el que la economía española andaba sobrerrevolucionada. Negocio borracho que ahora ha muerto, casi literalmente, por coma etílico. Hace ya más de dos años que la gran cagada se veía venir. Los precios subían más rápido que un cohete de feria. Los precios del terreno, de los materiales, de los metros construidos. Los de la mano de obra no tanto, que para eso ya se usa de siempre a los trabajadores sin papeles. Los bancos, mientras tanto, te veían pasar por la puerta y te obsequiaban con una hipoteca acompañada de su correspondiente juego de toallas. Con tal panorama, hasta un tontorrón con pintas se hacía promotor de la noche a la mañana. Hola, chaval, ¿cómo estás? Pues ya ves, que me he hecho promotor. Hostias, ¿pero tú no te dedicabas a robar cobre? Sí, pero más o menos es lo mismo. Mira qué pedazo mercedacos me he trincao con la primera certificación del banco. Y sin poner un ladrillo.

Total, que en ese plan andábamos. Entonces, el personal que ocupa los salones, despachos, salas de juntas y oficinas donde se fabrica el poder, empezó a escandalizarse. Oye, Emilio, ¿no te parece que aquí corre demasiado la pasta? Pues sí, Paco. El dineral que estamos dejando de ganar nosotros con tantos constructores, promotores, agentes de la propiedad inmobiliaria y anteneros sueltos que hay. Vaya, ya te digo. Y además, cualquier soplagaitas que tiene un solarcito se cree Sátrapa de Egipto, y pide un potosí y medio por metro cuadrado. Pues para acabarlo de arreglar, no te pierdas los de Metrovacesa, Llanera, Martinsa, Colonial... Están creciendo más que un tumor en Vandellós. Puaf, y los tenemos menos controlados que al Triqui en la fábrica de galletas Fontaneda. No, Fontaneda no, que quebró. Ay sí, bueno, pues ponle Bekelar. Vale, pues qué hacemos. Porque algo hay que hacer, no vamos a dejar que estos indocumentados nos saquen la viruta de las zarpas. Pues no. Pues eso, que no.

Ya tenemos la trama servida. Rapidito, que se enfría. Y, a partir de este punto, el plan es tan sencillo que asusta. Acojona profundamente. Partiendo de una premisa básica, la trama cae como pera madura. El abecé de cualquier presidente de banca internacional que sepa hacer la o con un canuto. Y cuál es la premisa, dirán ustedes. Sencilla: hace dos años, todo cristo estaba ya hipotecado hasta los pelos de las orejas. Y todo cristo eran, también, y por encima del resto, las grandes constructoras - promotoras no controladas por las corporaciones bancarias. Es decir, que mientras los créditos con los que las constructoras habían crecido siguiesen siendo mantenidos por la banca, aquí no había problema. Pero ojo: en cuanto los bancos dijesen cuidadín, hasta aquí, ahora voy y no te renegocio la financiación porque no me sale de los huevos y porque te huelen los pies... Pues, plaf. Tropiezo. Coscorrón. Piñazo en toda regla. En otras palabras, que desde hace como mínimo dos años, la banca tenía en sus manos la continuidad de las grandes promotoras y constructoras de este país. Y a la banca, como es natural, tenía que hacerle maldita la gracia observar cómo la peña constructoril, promotoril e inmobiliaril se hinchaba a ganar dinero en plan euromillones del caribe. Mientras ellos se limitaban a recaudar intereses de préstamos. Muchos intereses, de préstamos grandes y pequeños, pero intereses. ¿Y los pingües beneficios de la Construcción? ¿Para los constructores? No señor, hasta ahí podíamos llegar. Nos los quedamos. También.

Resumiendo y sencillito. Conspiración por pasos. Uno. Nos echamos al rollo de las crisis sub-prime de los gringos. Para eso tenemos periódicos, pa' espantar al personal. Dos. Una vez creado el ambiente adecuado, reducimos paulatinamente las facilidades con las que damos pasta. Estrangulamos el mercado inmobiliario. Poquito a poco, que no se vaya a notar. Tres. Paciencia, que a final de año llega el momento de renegociar los préstamos. Ahí les diremos que no, tanto a grandes como a pequeños. Total, estamos en crisis, quién va a protestar. Y qué mejor manera de paralizar la venta que negando hipotecas a los curritos. A ver quién es el guapo que se compra una casa si yo no quiero. Que soy el banco, coño. Cuatro. Sin cacaos caen todos, los grandes y los pequeños constructores. Cinco. A los pequeños los dejamos morirse, que aquí ya son muchos los que construyen, compran, venden y especulan. Se acabó el menudeo inmobiliario. Seis. Cuando las grandes constructoras nos lloren asfixiadas porque les falta nuestro dinero, lanzamos la contraoferta - solución a su quiebra. Y les cambiamos deuda por acciones. Y vualá, que dicen los gabachos. Matamos dos pájaros de un tiro. Reventamos a los chicos y nos quedamos con dos o tres grandes. Siete, y final de partido: Tenemos en nuestras manos todo el sector de la Construcción de este país. Todo, todo y todo. Todo pastel que se precie tiene su guinda. Y la del que nos ocupa es que, a base de lloros y lamentaciones, a fuerza de repetir un banco tras otro que no hay dinero para prestar, el gobierno de la Nación pone una fotracada de billetes a precio de risa en manos de Emilio, de Paco y de sus amigos para que sigan prestándolo más caro y reactiven la economía que ellos mismos se han cargado. Espectacular.

¿Dudosa, la conspiración? Ahí van unos pocos datos para sospechar. Uno. Desde hace unas semanas, ya hay varias grandes constructoras que están en manos de los grandes bancos (Metrovacesa, Colonial, Martinsa...). El paso se ha dado tan discretamente, que en los periódicos has de buscar la noticia con lupa. Y en la tele, por supuesto, ni sale. Dos. Que se sepa, los bancos con sede en este país, los de aquí por resumir, no han experimentado grandes pérdidas con esto de la puta crisis. Vamos, que siguen dando beneficios a mogollón. Cualquiera diría que este empastre no les afecta, o incluso que hasta se lo esperaban... Y tres. Efectivamente, la lista de pequeños promotores, constructores y, en especial, trabajadores de la construcción que en estos momentos están en la cola del paro o, directamente, comiéndose los mocos duros es ya más larga que la lista de los reyes godos.

Complot ejecutado. Conspiración conspirada. El negocio inmobiliario y sus beneficios en manos de los bancos. Sólo queda reactivarlo con los millones baratos que el gobierno les prodiga. Ah, y tres millones de parados, camino de cuatro. El país, hecho un descampado estéril, sembrado de cadáveres haciendo cola en el INEM. Pero no se preocupen, no es tan dramático. Hagan como en las guerras de ahora, que los muertos dejan de tener nombre, cara y familia cuando se les llama "daños colaterales".



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miércoles, 3 de diciembre de 2008

Vete a casa, Celestino

Le toca el turno a Corbacho, y es que esto de la crisis es un sinvivir, oiga. Señora. Celestino Corbacho, Ministro de Trabajo. Y futurólogo agorero, por lo que se ve. En titulares de hoy, este individuo se queda solo diciéndonos que "será difícil ver a gente trabajando" hasta marzo. Joder. Cómo se te queda el cuerpo. Currante. Parao. Currante que serás parao. Parao que quieres currar. La hipoteca a puntito de explotar. El banco agazapado, afilando sus sangrientas garras para saltar sobre tu yugular, tu casa, tu nómina y tu carné de socio Carreful diez por ciento de descuento. Bueno, y sobre las de tus jubilados padres, jubilados suegros y todo hijo de vecina que figure de avalista, junto a tu nombre y deneí. En éstas, aparece ese hombre. Corbacho. Abre la cartera ministerial... ¡Y plas! Nos saca unas declaraciones capaces de dejar el Sahara hecho una nevera no frost. Que no me corre sangre por las venas, que son cubitos. Unas cuantas pijadas más para adornar oratoria, cierra la cartera... Y se va.

Mire usted, señor Ministro. De Trabajo. Se lo pido por favor. Quédese en su casa. O en su despacho de señor Ministro. De Trabajo. O en su coche ministerial, también de Trabajo. O en su inodoro, sea de trabajar o de cagar, que más o menos, hace usted ambas cosas igual, el trabajar y el cagar. O, al menos, con los mismos resultados. Porque, se lo juro, para salir ahí a los medios y decirnos a todos que nos jodemos hasta marzo, mejor se calla. O se cambia usted de cartera, y se pone a mandar en el más coherente Ministerio del Paro y del Cásquesela con Dos Piedras. Porque lo que usted nos está diciendo, señor Corbacho, es eso. Que su Ministerio es absolutamente inútil. Su trabajo al frente del asunto, lo mismo. Y es que, recuerde usted, señor Ministro, que el artículo 35 de la Constitución Española dice que "Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo". Ya ve. Tres líneas constitucionales mal contadas. Pues ni una, oiga. Ni una sola de las palabras del articulado son usted y sus adláteres carteriles capaces de garantizarnos a los españoles, esos españoles que tenemos el deber de trabajar y el derecho al trabajo.

Pero no seamos tan duros y analicemos un poco más profundamente. Poco, que si abusamos luego nos duele la cabeza y dejamos de ser productivos. Y nos tiran del curro. El deber de trabajar y el derecho al trabajo, no está realmente en sus manos ni en su chulicartera el administrarlos. No. El trabajo, el poder de darlo y arrebatarlo, está en manos de unos pocos, unos pocos señores llamados "empresarios", "accionistas", "banqueros", "ejecutivos con MBA" y algún otro hijo de puta de la misma o peor ralea que me dejo en el teclado por no abundar. Ésos son los que cortan el bacalao del curro. Ésos son los que dicen tú trabajas, tú a la cola del INEM, tú a tomar por culo y tú sin papeles. Las reglas de estos poderosos desalmados no son las del articulado de la Constitución. Son las del "libre mercado". Uy, otra vez. El "libre mercado" en el que ni usted ni sus compinches quieren intervenir, regular, controlar ni, por favor, molestar su natural funcionamiento. Si es que puede considerarse "natural" que, existiendo grandes necesidades humanas en este mundo, tres millones de personas se vean obligadas a quedarse de brazos cruzados sin hacer nada por solucionarlas. Porque el esfuerzo de esos tres millones no se requiere para mejorar las condiciones de vida de la Humanidad. No, el esfuerzo de los trabajadores es requerido, a discreción de empresarios, accionistas, banqueros, ejecutivos y escorias similares para producir be-ne-fi-cio privado para sus sociedades privadas. Y, cuando ese esfuerzo no les resulta necesario (o estratégicamente conveniente para desbloquear la actual situación económica mejorando el cash-flow y dinamizando la cuenta del haber, que dirían esos mismos lechuguinos), cuando el esfuerzo de los trabajadores les sobra, pues quedan en España tres millones de personas con su artículo 35 de la Constitución en suspenso. En la puta calle. O sea.

Así que, señor don Celestino Corbacho. Sea usted coherente. Siendo que el devenir del "libre mercado" le ha arrebatado a su Ministerio la capacidad de intervenir en lo más mínimo sobre el Trabajo de los ciudadanos súbditos de este país que es España, ¿para qué sirve usted? Dimita, hombre. Porque si no lo hace, lo único que le queda es lo de hoy, salir en la tele y en los papeles para decir lo que aquí el que suscribe acaba de escupirle a la cara: No puede usted hacer nada. Porque declarar públicamente un Ministro de Trabajo que "Será difícil ver gente trabajando" hasta marzo, señor Corbacho, es otra manera de decir: "No puedo hacer nada". Porque aquí, en Leshoto y en Papúa - Nueva Guinea sólo se verá gente trabajando cuando a los cuatro hijos de perra que tienen el "libre mercado" bien agarrado por el mango les salga del páncreas ver gente trabajando.

Señor Ministro, lo tiene usted bien fácil. Sólo hay dos opciones para usted. Una, trinca el mango del "libre mercado" y se aplica seriamente a intervenir empresas en las que se destruye empleo a diario en aras del estéril beneficio empresarial. O dos: Después de decirnos a todos que "Será difícil ver gente trabajando" hasta marzo, o su equivalente "No puedo hacer una mierda por sus trabajos, jódanse" hasta marzo... Pues deja usted su cartera de Ministro sobre su mesa de Ministro, le dimite al Petazeta, se pilla el bus lleno de trabajadores sin trabajo y se va a su casa. Seguro que allí resulta más útil, señor Ministro.


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martes, 2 de diciembre de 2008

Solbes, Sacyr, Lukoil y la madre que los parió

Nos dice el tío Solbes, a fecha de hoy, que apuesta por que Repsol siga siendo una empresa "gestionada por España". Pues nuestro señor ministro ya ha perdido la apuesta, sin que siquiera se juegue el partido con los rusos.

Porque, vamos a ver... Que se sepa, Repsol es una empresa privada. Una sociedad anónima. Y, según las reglas del sistema capitalista, libremercadista, liberal y cabrón en el que unos pocos juegan y que la mayoría padecemos, que una empresa esté constituida como sociedad anónima viene a querer decir que está en poder de unos señores que son propietarios de pedacitos de la empresa, vulgo acciones. Unos señores privados. Muy privados. Anónimos, por propia definición. Sociedad anónima, recordemos. Unos señores sujetos, simplemente, a las "reglas del mercado".

Porque aquí, en Leshoto y en Papúa - Nueva Guinea tenemos "libertad de mercado" y "reglas de mercado". Unas reglas que, normalmente, brillan por su ausencia. Y más cuando el propio ministro aboga por la mínima intervención estatal en la "libertad de mercado". Por otra parte (o por la misma según se mire), la nacionalidad de los propietarios de las acciones no implica obligaciones adicionales además de las consustanciales a la ya mencionada "libertad de mercado". En otras palabras, que los accionistas (sean éstos de Repsol, de Sacyr, de Lukoil o de la figa de la Bernarda) pueden hacer con sus acciones (y por ende con su empresa) lo que les salga del moño. Que, normalmente, y siguiendo los principios de la "libertad de mercado" suele acabar siendo la búsqueda del máximo beneficio. Caiga quien caiga, pese a quien pese, reviente quien lo haga y entre o salga en crisis todo el mundo mundial. Aquí estamos para lo que estamos, señores. Para ganar pasta por un tubo. Y nos importa un carajo verde ser españoles, gabachos, gringos o nepalíes. O eso, o que me diga el señor ministro dónde está escrito que un capitalista español se va a portar mejor que uno ruso en caso de ser necesario. ¿Qué, los accionistas españoles van a "apretarse el cinturón", siguiendo la receta que cacarea el tío Solbes para todos, pero que en realidad sólo es para nosotros, los trabajadores si es que aún trabajamos? Y una mierda. Perdone usted, y una mierda. Van a hacer lo de siempre, lo de la "libertad de mercado": Ganar toda la pasta que puedan, sin mirar pelo y sin dejar títere con cabeza. Porque el capitalismo es eso: Atila, Bucéfalo y sus Hunos a escala planetaria. La Barbarie, con mayúscula.

Así que ya está bien, señor Solbes. Bueno, usted y todos los que están gastando saliva, tinta y minutos de informativo mareándonos con la historia de Repsol - Sacyr - Lukoil. Compre quien compre, venda quien venda y trapichee quien pueda, el resultado va a ser el mismo: Una empresa privada que explota un recurso público de modo que resulte en el máximo beneficio. Beneficio privado. No español, pri-va-do. En otras palabras, lo de siempre. Y España, señor Solbes, no gestiona Repsol. Hace mucho que no la gestiona. Exactamente, desde que fue privatizada. Y seguirá sin hacerlo, acabe como acabe esta vulgar compraventa de mercachifles libremercadistas.

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