sábado, 10 de enero de 2009

Anarquía

Ostras primo, qué miedo. Corre, que vienen los anarquistas. La chavalada convertida en horda salvaje, ocultándose tras anónimos pasamontañas, blandiendo cócteles molotov, transformando contenedores en pebeteros olímpicos rodando calle abajo, jugando a los patitos de feria con nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad del estado... La Anarquía, señoras y señores radioyentes, se adueña de las calles en Grecia. Y están aquí al lado, que la chimenea del Partenón se ve desde la punta del Pirulí. O Torrespaña, así en castizo patrio. Descontrol, violencia, saqueo, destrucción, tinieblas, barbarie. Y más cosas feítas. Roguemos, conciudadanos. Supliquemos a nuestros gobiernos que hagan lo suyo, que nos gobiernen y nos protejan de la apocalíptica plaga anarca que se extiende cual virus de peli americana. Queremos control, seguridad, propiedad, desarrollo, luz y civilización. Y eso es lo que nos dan nuestros gobiernos y nuestro sistema. ¿O no? Veamos, veamos...

Control gubernativo, frente al descontrol anarquista. Evidentemente. Ha quedado claro, pero meridianamente diáfano que nuestra clase política nos asegura una firme dirección de los asuntos que nos afectan. Sobre todo, comprobando las causas de la hipercrisis galopante que está dejando al mundo mundial hecho un trapo de limpiar inodoros. Control firmemente ejercido sobre la caterva de entidades financieras que han robado a manos llenas vendiendo paquetes de inversión con hipotecas basura, comprados con los fondos de pensiones de millones de trabajadores a lo largo y ancho del globo. Control duramente aplicado sobre sociedades de inversión que vendiendo sellos, bulas papales o roscones de reyes han dejado sin un duro a puñados de pequeños ahorradores. Control férreamente practicado sobre el tráfico de capital en las bolsas, donde se han generado enormes cantidades de dinero especulativo sobre negocios que acaban estallando como burbujas y llevando a la ruina y al paro a infinidad de trabajadores. Control implacablemente desempeñado sobre los grandes depredadores bancarios, que reciben financiación pública para evitar males mayores y lo celebran arreándose vacaciones paquete lujo asiático en hoteles siete estrellas. Como vemos, nuestros equipos de gobierno nos garantizan control. Tanto como el que da un pederasta vigilando la puerta de un colegio.

Planificación estatal y orden capitalista frente al desgobierno libertario. Prueba de ello son las prácticas globalizadoras que las grandes empresas aplican con el beneplácito de las clases mandatarias. Llegan aquí y montan un negocio con todas las subvenciones habidas y por haber, siempre con dinero público. Contaminan el medio ambiente, también público, para lo que no piden subvención porque es gratis. Patean los derechos de los trabajadores, consiguiendo de los gobiernos leyes y reglamentos que dejan al borde de la extinción el trabajo estable. Hacen que la expresión "salario mínimo" sea una verdad como un puño que golpea todos los fines de mes. Observan que al otro lado del mundo todo este tinglado aún les sale más barato... Pliegan y se van. Producen allí para vendernos aquí. Pero, ¿con qué compraremos aquí lo que ellos producen allí, si aquí ya no hay trabajo? Bueno, pues nos venderán allí lo que produzcan allí. Pero, ¿con qué compraremos allí? ¿Con un jornal de a dólar diario, explotación infantil incluida? Estupenda planificación estatal, soberbio orden capitalista. Desmierde generalizado que no lleva a otro lugar que al caos.

Seguridad gubernamental contra violencia ácrata, propiedad ante saqueo, desarrollo sobre destrucción. De eso podrían hablarnos, si no estuviesen muertos, los cientos de miles de africanos que palman todos los años de las maneras más atroces y estrafalarias como efecto directo de la guerra. De la guerra que provocan, azotan y financian las grandes multinacionales capitalistas en su desmedido afán de explotación de recursos naturales. Léase coltán, oro, diamantes, petróleo... Petróleo. De eso saben un rato también los iraquíes, que les han dejado el país del revés buscando armas de destrucción masiva a base de tanques y bombarderos para acabar diciendo que no, que oigan, miren, disculpen ustedes. No había armas de ésas, pero ya que estamos aquí y nos hemos cargado a la mitad del pueblo de Irak, vamos a emplear a la otra mitad para enlatar petróleo en barriles. Ah, y luego nos los llevamos. Vean más ejemplos en la sección de internacional de cualquier periódico. Salen todos los días con nuevos casos similares. Lo último, Palestina. La prueba de que la Memoria Histórica del Estado de Israel es inferior a sesenta años, y de que los estados garantizan la seguridad y la integridad física de la especie humana, aunque sea del género palestino. Una prueba aplastante.

Así que primo, comprendo que te dé miedo la anarquía. Pero que no te líen con unas tantas botellas ardiendo y otros cuantos neumáticos humeando. La anarquía terrible y tenebrosa, la violenta y destructiva, la bárbara, no es la del Movimiento Libertario. Es la del Estado aliado con el Gran Capital. Compara un cubo de la basura incendiado con un planeta asesinado. Qué miedo da la anarquía, ¿verdad primo?

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